No es país para galgos
El día 1 de febrero conmemoramos el Día Internacional del Galgo. Marcamos febrero como el inicio del abandono de este animal, aunque bien sabemos que el abandono se sucede durante toda la temporada aunque es ahora cuando empieza a haber un repunte.
Los galgos, esas famélicas figuras que deambulan por nuestros pueblos y campos. Los cara lápiz, los flacos, los patilargos, los nariz de trufa, para aquellas personas que se dedican a cuidarles y rescatarles de la situación de calamidad en la que se encuentran. Quienes hemos tenido la suerte de tratar con esta raza sabemos que son melosos, perezosos, llegando incluso a ganar al gato. Sabemos que les encantan las camas y los sofás y, sobre todo, sabemos que jamás te arrepientes de poner un galgo en tu vida.
¿Qué ha pasado en la vida de ese animal antes de que se haya adueñado de tu sofá? Es una pregunta que muchas veces nos hacemos. Y suerte tenemos de que no puedan contarlo con palabras, aunque muchas veces nos lo cuentan con sus gestos o nos lo cuentan sus cuerpos. Nos podemos imaginar muchas cosas por las orejas mutiladas o necrosadas, o por las cicatrices externas, por esa raja donde debía estar el microchip aunque lo cierto es que como norma generalísima no se lo han puesto nunca, o porque del miedo que tienen se orinan al ver a una persona o se quedan totalmente bloqueados, vemos y curamos las heridas que les han causado sus propios huesos por dormir en el frío suelo y les podemos contar las costillas y demás huesos sólo con mirarlos.
Buscando datos oficiales sobre el abandono de esta raza encontramos que el Seprona confirmó que en 2018 fueron abandonados 61 galgos en nuestro país. Datos “oficiales” de 2019 no tenemos. Pero sabemos porque tenemos ojos en la cara, porque sabemos contar cuántos galgos vemos en nuestros pueblos y porque hemos preguntado a varias protectoras que esa cifra es ridícula cuando la enfrentas a la realidad. Por poner algunos ejemplos Huellas de Thor (Ontígola, Toledo) recogió a 46 galgos, Bárbara que es una rescatadora particular también de la zona de Toledo, ha rescatado a 40 galgos o la asociación Baas Galgo a 82. SOS Rescue, que se dedica a “atrapar” a los más difíciles de coger en 2019 rescató a un total de 707 perros, de los cuales el 75% eran galgos y podencos, es decir, perros de caza.
Estos son los datos de sólo 3 protectoras, si seguimos sumando el del resto de protectoras a lo largo de nuestro país como veis no nos salen ni por asomo las cuentas. Mientras una realidad de maltrato, abandono y muerte nos arrasa, el presidente de Castilla-La Mancha, Emiliano García-Page, promete canales de caza y toros en la televisión pública. Mientras todo esto pasa la caza se cuela impulsada por la derecha y la extrema derecha como asignatura en las escuelas de algunas comunidades. Pero tenemos claro que mientras todo esto pase no vamos a dejar de protestar y trabajar para acabar con ello. Como llevan haciendo muchas personas tantos años aunque las (y digo las, porque casi siempre eran mujeres) tacharán de locas.
Las administraciones parecen haber delegado la solución a esta situación en las protectoras de animales y en particulares que no reciben subvenciones y carecen de muchísimos medios, por lo que hacen lo que pueden y, en ocasiones, mucho más de lo que pueden con las consecuencias emocionales entre otras cosas que esto conlleva. La verdad es que cada vez somos más personas las que clamamos por una forma diferente y respetuosa de tratar a los animales.
Por eso este 2 de febrero, convocados por la Plataforma NAC, saldremos en multitud de ciudades de todo el estado español a gritar ¡No a la caza con galgos y otras razas!. Que como sociedad aceptemos como hobbie, como “deporte” el perseguir a otros seres vivos hasta darles muerte por gusto y placer debe hacernos pensar qué estamos consintiendo como sociedad supuestamente civilizada. Gritaremos que el maltrato animal debe estar tipificado duramente en el código penal, que son perros de casa y no de caza y muchas cosas más que seguiremos gritando por ellos, porque ellos no pueden, aunque sufra las consecuencias de todo esto.
Mientras nada cambie y se siga consintiendo, falseando silenciando la realidad del galgo seguiremos viendo a esas flacas figuras vagar por nuestros campos, correr aterrados entre los coches muy posiblemente con alguna pata o la cadera fracturada y, en muchos casos, muertos en las cunetas de las carreteras o en fosas horrorosas como la que se descubrió en Tarancón. Decía Eduardo Galeano que muchas personas pequeñas haciendo cosas pequeñas en lugares pequeños pueden cambiar el mundo. ¿Qué estás dispuesto a hacer tú para cambiarlo?