Vuelta al cole – Violencia económica
La vuelta al cole es complicada para todas las familias, pero para algunas mucho más. Es habitual referirse a la cuesta de enero, pero la de septiembre es aterradora. Los salarios deben enfrentar no sólo los gastos incrementados del gas, la luz, la gasolina, o la cesta de la compra, también los de los libros de texto, material escolar, ropa y calzado.
Quiero poner la lupa en esas madres separadas que tienen que hacerse cargo, solas, de todos esos gastos y que, además, deben pelear con el progenitor para conseguir el abono de la pensión alimenticia. No hay que irse lejos para ver cómo afecta a familias monoparentales la carga de un hogar con un sueldo precarizado en una sociedad que todavía tiene camino por recorrer para alcanzar la conciliación real.
Porque un salario insuficiente propicia precariedad vital a las familias monoparentales que no pueden engranar la actividad laboral y familiar sin el apoyo de familiares o amigos. Cuando una pareja con hijos se separa, lamentablemente la carga suele ser asumida por la mujer y la violencia económica aparece. Una violencia que es violencia de género, que se visiona en las dificultades de mujeres que ven cómo se une un mes con otro sin que los progenitores ingresen el pago de la pensión alimenticia dictaminada por un juez y denunciada por su incumplimiento.
Y pueden pasar años hasta que llega la fecha de juicio. Y mientras tanto hay que alimentar, vestir, cuidar y atender a los menores en soledad y sin ayudas para la conciliación. Eso, para mí, es violencia económica.
Me encuentro a menudo, sobre todo en estas fechas, con madres desesperadas que no cuentan con la responsabilidad de los padres de sus hijos, que tienen que afrontar solas los gastos del inicio escolar, que no tienen ningún tipo de amparo. Y no se equivoquen, no hablamos de dinero, hablamos del bienestar de nuestros hijos y de nuestras mujeres que son, siempre, las que dan en la cara ante sus hijos porque sus exparejas no asumen sus responsabilidades.
Si es verdad que vivimos en una sociedad de familias diversas, es lógico y justo pensar que debería estar garantizado el cuidado del bienestar de todos y la atención específica a los sectores más vulnerables.