La burocratización de la miseria
En pleno siglo XXI, donde la era digital nos hace vulnerables en muchos campos de la vida cotidiana, seguimos hablando de burocracia en España. De gestiones interminables, de citas a largo plazo, de falta de personal, de idas y venidas, de documentos, impresos, autorizaciones, y de desesperación.
Porque la precarización laboral ha obligado a muchas personas a hacer uso de los servicios sociales públicos, y aunque se ha avanzado en materia tecnológica, no todas las personas han adquirido los conocimientos para desarrollarlo. Puesto que asumimos que a cada paso que damos tenemos identificarnos -recién nacidos inauguramos la burocracia con registros, empadronamientos y cartillas de salud- algunas nos preguntamos por qué existen tantas trabas a la hora de acceder a las diversas opciones del sistema público cuando está todo informatizado.
La inestabilidad en el trabajo y los bajos salarios ha propiciado que el famoso Estado del Bienestar se haya esfumado y, aunque se están tomado medidas por parte del Gobierno central para intentar subsanarlo, lo cierto es que muchas familias no pueden hacerse cargo de los gastos básicos para su subsistencia, por lo que deben hacer uso de las distintas prestaciones públicas.
No es fácil asumir que no puedes hacer frente a los gastos básicos, hay que pedir ayuda a familiares y amigos, y los sentimientos encontrados comienzan a aparecer. La búsqueda de un empleo prima y el tiempo siempre juega en contra porque cada día que pasa es una losa en tu estado de ánimo; la desesperación te lleva a los sistemas que tienes a tu alcance y el primer paso es buscar en tu localidad a una trabajadora social. En mi ciudad -Talavera de la Reina- cuando te atienden, tras el consiguiente tiempo tras la cita porque puedes estar más de un mes esperando una llamada, te das cuenta de la carga de trabajo que deben asumir estos profesionales y de lo poco que se invierte en tener más trabajadores sociales para ofrecer un servicio a la altura de las circunstancias.
Y una vez conseguida la información adecuada, comienza un proceso en el que te sientes avergonzado y que deriva en la consecución de toda la documentación que demuestre que necesitas ayuda para tu subsistencia. Y de ahí a tu declaración como familia en riesgo de exclusión social. No se puede dar peor nombre a una circunstancia ante la que no dejas de preguntarte cuándo y cómo has llegado a este punto si siempre has tenido una vida ‘normal’.
Y ahora sí es cuando aparece la burocratización de la miseria, el calvario del ir y venir al Sepecam, a Hacienda, a la Seguridad Social… cargada de papeles, documentos, empadronamientos, formularios y solicitudes. Entre todos estos trámites se pierde un tiempo valioso en el que cunde un desánimo que no te puede vencer por tu extrema necesidad. Eso sabiendo que todo es -o debería- ser mucho más sencillo porque todos los datos están informatizados.
Finalizo este escrito evidenciando que cualquiera puede verse en estas situaciones, que la empatía es muy necesaria y que la Administración debería reducir y flexibilizar la burocracia a la que están sometidas las políticas sociales. Una gestión que debe ofrecer calidad adaptándose a las necesidades y peculiaridades de colectivos vulnerables, precarizados y necesitados de ayuda.
Verónica Mora
Coportavoz de Izquierda Unida en Talavera de la Reina