Por el futuro de nuestros pueblos y la dignidad de su gente. No al Fracking, No al Cementerio Nuclear.
El pasado sábado, como otros días de lucha anteriores, en una manifestación celebrada en El Bonillo (AB) tuvimos la oportunidad de volver a decir, alto y claro, que esta tierra nuestra, en la que habitamos y en las que intentamos educar a nuestras hijas e hijos en los valores del cuidado y respeto del medio ambiente, no está dispuesta a soportar más menosprecios o experimentos que solo benefician a unos pocos y complican la propia existencia de los pueblos, de su entorno natural y afectan a la salud de quiénes ponemos en valor el medio rural y creemos en la necesidad de cuidar, potenciar y hacer más prósperas esas zonas rurales como modo de vida.
Fue una jornada para decir No al Fracking. En el intento de imposición de esta técnica afloran dos posicionamientos contrapuestos: por un lado el futuro y la dignidad de la gente de los pueblos y su tierra; por otro la descarada búsqueda del negocio por el negocio, sin mirar las consecuencias y sin pararse a pensar en los perjudicados.
De igual forma, los que nos mantenemos bajo el paraguas de la primera idea, sabemos que quién de verdad quiere a esta región no puede ver como un futuro deseable convertirla en el basurero nuclear de España, al menos, o sus campos en el queso gruyere del que extraer combustible. No creemos que exista el beneficio que nos quieren vender para los pueblos con estas instalaciones y técnicas. En el retroceso en políticas energéticas no hay futuro, ni es posible una solución al desempleo y demás problemas asociados a nuestra región.
Las apuestas que comentamos solo buscan el beneficio de unos pocos elegidos, y no entraré en el cómo ni el por qué serán ellos – o sus empresas- los señalados. Unos beneficios rápidos para algunos, que generarán pocos puestos de trabajo y que, en realidad, no suponen un planteamiento serio de construcción y desarrollo sostenible de una sociedad capaz de perdurar en el tiempo. Todo eso, como digo, en el mejor de los casos. En el peor son decisiones que pueden traer el despoblamiento, la pobras personas y efectos nocivos en el medio natural. No podemos tranquilizarnos, ni dejar que nos tranquilicen, por mucho que estas últimas cuestiones sean poco probables o estadísticamente difíciles.
Queremos, por lo tanto, un proyecto de futuro para las gentes y los pueblos de Castilla-la Mancha, que crea en el mundo rural y que fomente sus aspectos positivos, haciendo posible la permanencia en unos campos que han visto pasar a generaciones de manchegos y castellanos por ellos. Es el fomento de las energías limpias el verdadero futuro del mundo energético y filón de puestos de trabajo que perdurarán en el tiempo, que dote a los municipios de capacidad para hacer frente a servicios sociales básicos y a un desarrollo sostenible de nuestros municipios.
No podemos abrazar, ni siquiera consentir, que se mercadee con nuestra tierra para beneplácito de unos pocos e hipoteca del futuro de todos. Tanto los gobiernos al servicio de las multinacionales, es decir del poder financiero, como los partidos políticos que los sustentan, juegan con las cartas marcadas, los proyectos basura, los que nadie quiere vienen a tierras y pueblos con escasa población y peso censal muy bajo; los impulsores políticos dan por amortizado tanto el impacto de rechazo de las zonas rurales muy despobladas, así como los efectos electorales que pudiera tener. Cospedal le quitó un marrón a Rajoy trayendo el ATC a un pueblo con escasos 400 habitantes, de una de las provincias más despobladas de España y a una de las regiones más desfavorecidas históricamente. El fracking se está llevando a zonas rurales donde la mayoría de las localidades no superan los 4000 habitantes y se les supone sumisión al estilo los Santos Inocentes. Es cuestión de prioridades, de modelo económico, de modelo de sociedad. Para nosotros es cuestión de dignidad de las personas, de los pueblos de las zonas rurales que tienen derecho a existir, respirar, incluso decidir sobre su futuro.
Por el futuro de nuestros pueblos y la dignidad de su gente.
El pasado sábado, como otros días de lucha anteriores, en una manifestación celebrada en El Bonillo(AB) tuvimos la oportunidad de volver a decir, alto y claro, que esta tierra nuestra, en la que habitamos y en las que intentamos educar a nuestras hijas e hijos en los valores del cuidado y respeto del medio ambiente, no está dispuesta a soportar más menosprecios o experimentos que solo benefician a unos pocos y complican la propia existencia de los pueblos, de su entorno natural y afectan a la salud de quiénes ponemos en valor el medio rural y creemos en la necesidad de cuidar, potenciar y hacer más prósperas esas zonas rurales como modo de vida.
Fue una jornada para decir No al Fracking. En el intento de imposición de esta técnica afloran dos posicionamientos contrapuestos: por un lado el futuro y la dignidad de la gente de los pueblos y su tierra; por otro la descarada búsqueda del negocio por el negocio, sin mirar las consecuencias y sin pararse a pensar en los perjudicados.
De igual forma, los que nos mantenemos bajo el paraguas de la primera idea, sabemos que quién de verdad quiere a esta región no puede ver como un futuro deseable convertirla en el basurero nuclear de España, al menos, o sus campos en el queso gruyere del que extraer combustible. No creemos que exista el beneficio que nos quieren vender para los pueblos con estas instalaciones y técnicas. En el retroceso en políticas energéticas no hay futuro, ni es posible una solución al desempleo y demás problemas asociados a nuestra región.
Las apuestas que comentamos solo buscan el beneficio de unos pocos elegidos, y no entraré en el cómo ni el por qué serán ellos – o sus empresas- los señalados. Unos beneficios rápidos para algunos, que generarán pocos puestos de trabajo y que, en realidad, no suponen un planteamiento serio de construcción y desarrollo sostenible de una sociedad capaz de perdurar en el tiempo. Todo eso, como digo, en el mejor de los casos. En el peor son decisiones que pueden traer el despoblamiento, la pobras personas y efectos nocivos en el medio natural. No podemos tranquilizarnos, ni dejar que nos tranquilicen, por mucho que estas últimas cuestiones sean poco probables o estadísticamente difíciles.
Queremos, por lo tanto, un proyecto de futuro para las gentes y los pueblos de Castilla-la Mancha, que crea en el mundo rural y que fomente sus aspectos positivos, haciendo posible la permanencia en unos campos que han visto pasar a generaciones de manchegos y castellanos por ellos. Es el fomento de las energías limpias el verdadero futuro del mundo energético y filón de puestos de trabajo que perdurarán en el tiempo, que dote a los municipios de capacidad para hacer frente a servicios sociales básicos y a un desarrollo sostenible de nuestros municipios.
No podemos abrazar, ni siquiera consentir, que se mercadee con nuestra tierra para beneplácito de unos pocos e hipoteca del futuro de todos. Tanto los gobiernos al servicio de las multinacionales, es decir del poder financiero, como los partidos políticos que los sustentan, juegan con las cartas marcadas, los proyectos basura, los que nadie quiere vienen a tierras y pueblos con escasa población y peso censal muy bajo; los impulsores políticos dan por amortizado tanto el impacto de rechazo de las zonas rurales muy despobladas, así como los efectos electorales que pudiera tener. Cospedal le quitó un marrón a Rajoy trayendo el ATC a un pueblo con escasos 400 habitantes, de una de las provincias más despobladas de España y a una de las regiones más desfavorecidas históricamente. El fracking se está llevando a zonas rurales donde la mayoría de las localidades no superan los 4000 habitantes y se les supone sumisión al estilo los Santos Inocentes. Es cuestión de prioridades, de modelo económico, de modelo de sociedad. Para nosotros es cuestión de dignidad de las personas, de los pueblos de las zonas rurales que tienen derecho a existir, respirar, incluso decidir sobre su futuro.
Daniel Martínez Sáez.
Coordinador Regional IU-CLM