Se cumple un año del Asesinato por grupos Neonazis del activista LGTBI, Clément Méric.
El miércoles 5 de junio de 2013 Clément Méric, joven antifascista y miembro de un sindicato estudiantil, fue asesinado por tres neo-nazis en el céntrico barrio de Saint-Lazare en París. Tenía 18 años y era de Brest (Bretaña) y actualmente estudiaba Ciencias Políticas en París.
El asesinato de Clément se enmarca en el contexto de violencia que los grupos de extrema derecha han llevado a cabo en los últimos meses, aupados por los cada vez más agresivos ataques de la Iglesia Católica y de los partidos de la derecha más reaccionaria, hacia la comunidad LGTBI.
A su edad y siendo un estudiante muy brillante, Clément Méric podía haberse limitado a escribir sesudos estudios académicos, unirse a asociaciones elitistas o a acudir a algún cómodo debate de televisión o radio que blanquease la infiltración de la extrema derecha ante burgueses presentadores y descerebrados oyentes.
También podía haber optado por dedicar su energía a hacer largas colas para comprar el nuevo iPhone, o entradas para el concierto de Justin Bieber, Rihana, Britney o cualquiera de esos productos propagandísticos estadounidenses que venden poses de rebeldía y mensajes de conformismo, o dedicar su entusiasmo a defender con vehemencia en foros y redes sociales la importancia social de Juego de tronos o la saga Crepúsculo, incluso podría haber optado, como hace la mayoría, por un cómodo “activismo” en facebook o twitter que le distrajese y le hiciese sentir importante mientras engordaba los ingresos de las multinacionales, pero Clement optó por la verdad, por la verdadera lucha, se echó a la calle.
Y, claro, este modelo de joven luchador, concienciado, generoso, fuera del rebaño consumista, no gusta al sistema. Así que le animaron a estar en esos grupos criminalizados, perseguidos e indefensos que luchan de verdad contra el alarmante ascenso de la extrema derecha y los neo-nazis ante la indiferencia —y odio— de los sistemas de protección (represión) del estado. Los antifascistas que luchan por la democracia, la libertad y el pueblo son tratados de “radicales antisitema” y abandonados a su suerte a manos de grupos realmente violentos y antidemocráticos (muchas veces íntimamente vinculados con la policía y los políticos de derechas), como se vio aquí con el gran y recordado Carlos Palomino, asesinado en circunstancias similares.
No fue casual que a este chaval de 18 años que simplemente mostraba su solidaridad con los oprimidos (los homosexuales, mujeres y emigrantes, especialmente) cuando podría haberse aprovechado de su excelencia académica para rampar escalafones sin mirar más allá como hace la mayoría de esta sociedad sin conciencia comunitaria, repito, le acabasen matando unos matones (valga la redundancia) cristo-fascistas alentados por las oligarquías que cada vez tienen más interés en estos grupos de crispación para imponer su estado policial.
No es, ni mucho menos, el único caso. Cuando la gente se extraña ante la homofobia asesina como algo desaparecido, se olvida de que la homofobia es un mal como la avaricia o la explotación de niños que si no se mantiene a raya con una continua lucha vuelve. En Rusia, sin ir más lejos, estos días Tres individuos secuestraron y torturaron a un joven, al que luego quemaron, por el hecho de ser homosexual según el Comité de Investigación Rusia.
En España, a pesar del empeño de la derecha cristo-fascista en hacer parecer que la homosexualidad es algo ya pasado y debería no mencionarse, seguimos viviendo agresiones homófobas cada día los cristo fascistas y la derecha radical que nos quieren unir a la tragedia promoviendo el odio hacia las personas LGTBI, con la terrible complicidad o al menos sin la necesaria persecución de los jueces de nuestro país ante tales echos, que tratándose de miembros de la cúpula de la Iglesia católica, hace oídos sordos ante lo que claramente son delitos de incitación al odio.
Desde ALEAS Castilla-La Mancha, queremos tener un recuerdo de agradecimiento, hacia todas esas personas que como nuestro compañero Activista Galo, Clémen Méric, murieron defendiendo y luchando por una sociedad, sin odio por cuestiones de preferencias sexuales, una sociedad donde desde los poderes públicos se premie los comportamientos encaminados a la tolerancia y al respeto, y una sociedad donde se castiguen las posturas de intransigencia y de odio, que no hacen más que retraer a la humanidad a tiempos pasados, a los que la gran mayoría de ciudadanas/os deseamos no volver.